¿Por qué la Gestión de la Incertidumbre ha pasado a ser una soft skill prioritaria? ¿Qué importancia tiene en el actual contexto laboral y social? ¿Se puede desarrollar de algún modo, y mejorar, así, nuestro perfil personal y profesional?
Hace unos años que la Gestión de la Incertidumbre se ha convertido en una habilidad crítica, buscada y fomentada por muchas empresas. Cuando desarrollamos modelos de competencias en nuestros clientes, aparece siempre como algo imprescindible que necesitan en sus equipos. De este modo, algo que antes aparecía como un valor añadido, en los perfiles con más talento y potencial, ha ido convirtiéndose en una habilidad que se necesita, se busca, se avalúa o mide y se desarrolla.
Los motivos para ello son evidentes: vivimos en un entorno cambiante, impredecible y muy complejo. Donde antes cabían modelos predictivos y patrones que ayudaban en la planificación y gestión de las empresas, ahora hay riesgos, cambios constantes y múltiples y novedosas variables que hacen que ya no se puedan realizar previsiones como antes. La única predicción posible es, como dijo Heráclito, que “lo único que permanece es el cambio”.
Es por ello que, tanto a nivel personal, como a nivel organizacional, la Gestión de la Incertidumbre, ha dado un paso al frente como uno de los requisitos y aspectos clave de lo que se puede considerar “talento” en una empresa.
¿Y QUÉ ASPECTOS CONFORMAN LA GESTIÓN DE LA INCERTIDUMBRE Y CÓMO SE PUEDEN DESARROLLAR?
Si queremos desarrollar algo, primero hemos de conocerlo, así que empezaremos definiendo qué se entiende por incertidumbre y qué genera ésta en un individuo.
Incertidumbre es falta de certeza. Aparece cuando no se tiene la certeza de qué va a suceder, no hay información suficiente que ayude a predecir, tenemos falta de evidencias y, lo que más nos interesa aquí, por cómo nos afecta, … falta de control. Y este es justo el mundo en el que estamos viviendo ahora. Todos tenemos que desarrollar este aspecto si queremos avanzar en nuestro desarrollo personal y profesional.
Por tanto, si eres de los que necesita tener todo bajo control, te recomiendo que vayas cambiando este aspecto. La rigidez, el inmovilismo y la estabilidad pueden ser características de otros momentos históricos, pero no del nuestro actual.
El problema que surge es que la falta de control a los humanos nos genera estrés y, en casos graves, puede llegar a generar desadaptabilidad y cuadros de malestar mental (ansiedad excesiva, depresión, etc.).
Martin Seligman ya nos habló en los 70 sobre la indefensión aprendida, estado generado ante la aparición de consecuencias y circunstancias adversas, independientemente de las conductas que realice un individuo. Traducido a lenguaje de andar por casa es que “hagas lo que hagas, la cosa va mal, recibes siempre consecuencias negativas y eso acaba anulando tu propio comportamiento”. Por lo tanto, saber gestionar la incertidumbre es importante, primero para no llegar a casos extremos, evidentemente, y, segundo, para poder adaptarnos mejor a estos entornos que nos está tocando vivir. Llevado al terreno de lo profesional, es importante tomar decisiones sin contar con toda la información posible, saber adaptarse y readaptarse continuamente a los cambios, así como no frustrarse ante posibles fracasos. Vivir en un ensayo-error continuo, sabiendo aprender de los errores, ser capaz de dar golpes de timón y ajustar las velas o adaptarnos continuamente, sin que el miedo nos paralice, han pasado a ser comportamientos clave.
Así que resumiendo lo comentado hasta el momento, la incertidumbre es falta de certeza, es decir, de seguridad. Esa falta de seguridad es igual a falta de control y, ya hemos visto que la falta de control es la causa del estrés.
Para evitar caer en ello, existen algunas estrategias y/o claves importantes que podemos poner en práctica. Aquí van:
1. Por un lado, es importante asumir que esa incertidumbre y esos cambios constantes o la complejidad del ambiente y su impredecibilidad son reales. Existen y hemos de convivir con ello. Hay personas que se empeñan en que los cambios no entren en su vida y eso es imposible. La vida da golpes de timón, aunque no seamos nosotros los que los provoquemos. Y en un ambiente organizacional eso también es así. Hay que asumirlo, ser conscientes y estar, al menos preparados, o mejor aún, predispuestos para ello.
2. Asume, también, que no todo va a ser positivo. El optimismo está muy bien y, de hecho, nos ayuda a vivir mejor, pero en exceso, también puede resultar desadaptativo. Hay que contar con que pueden ocurrir cosas malas y tener “planes B” alternativos preparados en función de diferentes escenarios.
3. Lo anterior nos lleva a que es necesario desarrollar y potenciar mucho nuestra capacidad de análisis. Hemos de proyectar diferentes posibles escenarios y tener preparadas diferentes respuestas, adaptadas a cada uno de ellos. Esto permite aumentar la percepción de control y, aunque nunca sea del 100%, siempre tranquilizará saber que disponemos de diferentes planes posibles.
4. Canalizar bien las emociones. La incertidumbre puede generar emociones negativas, tales como miedo, tristeza, ira… Es importante saber enfocarlas y, especialmente, controlar que no nos lleven a conductas desadaptativas: discusiones con otros, dejar de intentar hacer cosas por miedo al fracaso, no dar pasos nuevos porque no sabemos si estos van a ser útiles, creer que si no tenemos control sobre algo es mejor no intentarlo…
5. Y así llegamos a otro punto interesante, que es el de saber hacer atribuciones en equilibrio. Esto nos lleva a la Teoría de las Atribuciones de Heider, quién estableció que los humanos hacemos atribuciones internas y/o externas. Aquí el riesgo está en aquellas personas que tienden a atribuir los éxitos a circunstancias ambientales ajenas a ellos y los fracasos a causas internas. El ejemplo clásico que siempre se pone en esto es el de “he aprobado porque tuve suerte y he suspendido porque no estudié lo suficiente o porque no tengo aptitudes para esto”. Para gestionar la Incertidumbre es importante tratar de mantener un locus de control equilibrado: no todo depende de nosotros y tampoco todo escapa a nuestro control. Hemos de ser conscientes de que hay causas externas que van a influir en ello y también de que está en nuestra mano tratar de minimizar los aspectos negativos y/o adaptarnos a ellos.
6. Controlar los aspectos cognitivos: con esto me refiero a que no podemos evitar que algunas cosas sucedan, pero sí podemos gestionar cómo nos afectan, o qué hacer con eso en nuestra consciencia. Hay que saber relativizar y valorar en su justa medida los aspectos negativos, así como saber detectar los positivos que cualquier situación puede conllevar. Los cambios siempre nos transforman; aunque sólo sea eso, ya es algo positivo.
7. Hay que saber, también, vivir en el momento actual y aunque tratemos de planificar diferentes opciones, saber disfrutar del camino para llegar. Dejar de pensar en el fin, en los resultados finales y comenzar a recoger aspectos positivos de la siembra, de nuestra actuación previa. Eso nos permitirá crecer como individuos y como equipos, aunque el resultado final no sea el esperado. ¿Quién sabe?. Incluso puede ser mejor de lo que se preveía.
8. No “preocuparnos” tanto y, en cambio, “ocuparnos” más. La mayoría de los problemas que se prevén, no llegan a existir nunca. Es importante no darlos por reales antes de tiempo, esperar a que aparezcan y, si es así, ocuparnos de ellos. Adaptarnos y gestionarlos.
9. También es importante reflexionar sobre nuestras fortalezas y nuestros recursos. Gestionar nuestra autoestima y valorar también los puntos fuertes de los que nos rodean (y en los que nos podremos apoyar), bien sea en la vida personal, como en la profesional. Ese es otro aspecto importante.
10. Y tener sentido del humor es nuestro último ingrediente en la receta. Éste es importante para saber vivir en el caos y gestionar la incertidumbre. Reírse (y sobre todo reírse con otros), genera cambios hormonales positivos que nos ayudan a relativizar y a sentirnos seguros para seguir avanzando.
Ya habéis visto, queda claro que el futuro no se puede controlar (y menos ahora), pero también que existen múltiples mecanismos que nos pueden ayudar a vivir mejor en la incertidumbre, a gestionarla con equilibrio y adaptabilidad, y a desarrollar, así, un óptimo desempeño en nuestros trabajos.
En Steps for Talent llevamos años trabajando en el desarrollo de estos aspectos en los colaboradores y equipos de nuestros clientes. Sabemos definirlos, incorporarlos en la gestión del talento en una organización y desarrollarlos. ¿Hablamos y os ayudamos a enfrentar el futuro?
Rodolfo Mendoza García
enormemente agradecido, precisamente me ayudó en un momento de gran incertidumbre.
Gracias, gracias