¿Por qué es importante la Inteligencia Emocional en el trabajo? ¿Qué aspectos son los que más pesan para poder desarrollarla? ¿Es algo innato o se puede aprender? ¿Qué aportan en una empresa las personas que la manifiestan?
Existen múltiples variables que han hecho que este constructo esté en boca de todos, habiéndose convertido en una de las habilidades/competencias más necesarias a la hora de desenvolverse en el ámbito laboral (bueno, y si me permitís, diría también que en la vida en general). Ser consciente de las propias emociones, controlarlas adecuadamente y gestionarlas ante los demás, así como entender qué le puede estar pasando al otro y qué le puede hacer sentir lo que yo u otros hagamos o digamos, es lo que nos diferencia de los animales y de las máquinas. Por ejemplo, Premarck & Premarck, en sus investigaciones sobre el lenguaje vieron cómo algunos primates aprendían a comunicarse con un lenguaje de signos/símbolos, sin embargo, no llegaban a mostrar conciencia de que lo que comunicaran podía tener un impacto en sus congéneres. Y ese es, por tanto, el componente más “humano”: entender cómo nuestro comportamiento y lenguaje afecta a los que nos rodean y, en función de ello, dirigirlo y gestionarlo para interrelacionar con ellos de la forma más adecuada posible.
La Inteligencia Emocional es un concepto sobre el que la Psicología, como ciencia social, ya lleva muchísimo tiempo hablando, aunque no lo hiciera exactamente con ese término. El concepto de “habilidades sociales” es ya muy antiguo y se asemeja mucho a este nuevo que se ha acuñado en las últimas dos o tres décadas. Si os interesan los autores, deciros que el primer uso se le atribuye a Wayne Payne, en su tesis doctoral “Un estudio de las emociones: el desarrollo de la inteligencia emocional”. También Stanley Greenspan, Peter Salove y John D. Mayer propusieron diferentes modelos de Inteligencia Emocional.
Sin embargo, la introducción de este tema en el ámbito laboral y su popularización llegó con Daniel Goleman, cuyos libros aún siguen marcando tendencia en ello. Según Goleman, la Inteligencia Emocional puede dividirse en dos áreas:
Inteligencia Intrapersonal: es la capacidad para formar un modelo realista y preciso de uno mismo, teniendo acceso a los propios sentimientos y a usarlos como guías en la conducta.
Inteligencia Interpersonal: es la capacidad para comprender a los demás, qué les motiva, cómo operan, cómo relacionarse adecuadamente… La capacidad para reconocer y reaccionar ante el humor, el temperamento y las emociones de los otros. Va asociada a la empatía.
El hecho de entender cómo autogestionar nuestras emociones, combinarlas con nuestro componente más racional, así como la posibilidad de gestionar nuestras relaciones con los demás, constituyen una de las claves para tener éxito en el mundo laboral actual (e insisto, también en el resto de facetas de nuestra vida).
Aporta un gran valor en aspectos como la dirección de equipos, la influencia o persuasión en otros (clientes, proveedores, etc.), el trabajo en equipo (tanto en formato presencial, como con mayor razón aún en remoto), la orientación al cliente para poder entender sus necesidades y problemas mejor que nadie, el autocontrol ante posibles problemas o situaciones de crisis, la mediación en posibles conflictos… y así podríamos seguir enumerando múltiples aristas del entorno laboral en las que poner en práctica un alto nivel de inteligencia emocional resulta un componente crítico y/o de alto valor añadido.
Por ello, las empresas han puesto su foco en la búsqueda y en la evaluación de esta habilidad en sus candidatos a la hora de seleccionar, así como en la identificación de la misma en sus colaboradores y talento interno, detectando qué figuras son las que la presentan como fortaleza y cuáles como oportunidad de desarrollo, para en este último caso, promover el crecimiento en ello.
¿Y CÓMO PODEMOS DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL?.
Como ocurre con cualquier soft skill o competencia “blanda”, hay personas que la pueden tener más desarrollada de forma innata, pero igual que todas, se puede aprender y desarrollar, trabajando en las conductas que influyen en ella. Aquí os damos algunas pautas que impactan directamente en el hecho de que podamos aumentar su nivel:
1. Autoconciencia: hay que aprender a reconocer nuestras emociones, controlarlas y dirigirlas adecuadamente. Debemos saber cuáles nos hacen “descarrilar” o cuáles nos pueden llenar de energía en un momento dado, para poder actuar y lograr cosas.
2. Autocontrol: una vez que tengamos claro lo anterior y sepamos identificar nuestras emociones, hay que pasar a “filtrar” con el lado más racional del cerebro. No se trata de ser fríos y no sentir, sino de evitar conductas desproporcionadas y fuera de lugar que puedan ser provocadas por las emociones más intensas.
3. Empatía: entender los motivos de los demás, saber por qué se comportan de una determinada manera; cómo les puede afectar lo que vamos a hacer o a decirles…es otro punto primordial en la Inteligencia Emocional. Nos permite adaptarnos adecuadamente a otros. No se trata de hacer lo que ellos quieran o digan, sino de comprenderles mejor y poder llegar, así, más fácilmente a puntos intermedios de acuerdos.
4. Escucha Activa: escuchar activamente implica hacerlo con la intención de analizar y entender al otro, así como demostrarle intencionadamente que lo estamos intentando hacer. Eso, además de ayudarnos a entender a los demás, hace que también ellos puedan percibir nuestras intenciones positivas.
5. Asertividad: saber comunicar cómo nos sentimos, en qué no estamos de acuerdo, qué nos genera rechazo o negatividad, de una forma constructiva, sin entrar en conflictos, es otro punto primordial. Con ello conseguimos, también, relaciones más positivas con los demás y, ante todo, no tener que asumir calladamente aspectos que nos molestan, inquietan o generan malestar en la relación con otros.
6. Comunicación Positiva: hablar en positivo a los demás también ayuda en nuestras relaciones. Por ejemplo, no es lo mismo decir “esto lo haces mal” a decir “puedes hacerlo mejor”, o decir “no hagas esto” a comentar ”podrías hacerlo de esta otra forma también”. El lenguaje en positivo, orientado a construir y no a destruir también es importante.
El mundo necesita que la gente con Inteligencia Emocional cobre protagonismo y dé un paso al frente; si nos atenemos al entorno laboral, las empresas deben invertir en identificar a los colaboradores con esta habilidad para que puedan empujar a la empresa y ayudar a alcanzar resultados a todos, ya sea liderando, ante clientes, trabajando en equipo, etc. Igualmente es importante ayudar a todos a trabajarla e invertir en su desarrollo. Eso hará que todos los procesos fluyan mejor en la empresa y se aumenten resultados en breve. Y, si nos bajamos a nivel individual, cada uno sabe dónde le podría resultar de más ayuda (pareja, amigos, familia, vecinos, …, incluso con los desconocidos).
En Steps for Talent apostamos por las personas y, como sabéis, creemos firmemente en la parte humana de las Organizaciones. Por ello trabajamos, entre otras cosas, en la identificación y el desarrollo de esta habilidad. ¿Hablamos sobre cómo conseguir equipos con Inteligencia Emocional?.
Porque, como dice Goleman: “Da igual lo brillante que sea tu estrategia, es necesario contar con las personas para implementarla”.
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