¿Por dónde comenzar un proceso de transformación?, ¿Cómo lo vamos a acometer?, ¿En qué plazo?, ¿Con qué planes, herramientas, acciones, etc. hemos de contar para conseguir pasar de orugas a mariposas?. Todas estas son preguntas que los equipos que deben acometer la transformación en una empresa empiezan a hacerse, una vez que han decidido en qué quieren cambiar y a dónde quieren llegar.
Hasta hace poco, la transformación era un concepto que se estaba implantando en todas las organizaciones, poco a poco y, atendiendo a la necesidad de digitalización, principalmente. Pero desde hace unos meses y en la actual realidad que vivimos, esto ha pasado de ser un plan que se tenía en mente y que se iría acometiendo en estos años…a una absoluta necesidad urgente, no sólo por el proceso de digitalización deseado, sino por la propia necesidad que ahora tienen las empresas para seguir sobreviviendo en el mercado. La crisis económica derivada de la pandemia mundial hace que el proceso de adaptación y de transformación deba darse ahora de forma acelerada y, más o menos, inmediata.
Esto ha llevado a la existencia de dos extremos en las empresas: uno, aquel en el que todo se para, esperando a ver si pasa la tempestad (dejadme decir que este no es nada práctico ni adaptativo, más bien resulta peligroso de cara a asegurar la supervivencia de la Organización). El otro extremo consiste en dinamizar y acelerar un proceso de cambio que permita a la Organización adaptarse a la “archinombrada nueva normalidad” (término cansino y equivocado donde los haya, en mi opinión y si me permitís, porque… ¿Qué se entiende por normalidad?, ¿Acaso es normal lo que estamos viviendo como sociedad?).
Dejando debates semánticos y filosóficos a un lado, la transformación es ahora un MUST, como dirían los anglosajones, es decir, algo que toda empresa que quiera sobrevivir debe acometer, ya sin retraso alguno. Cada empresa debe analizar sus carencias en esta realidad, sus posibles amenazas, y empezar sus cambios necesarios cuanto antes. Son tiempos en los que se necesita creatividad, pensamiento crítico, innovación, flexibilidad, resiliencia…Ya hemos hablado en otros posts de la necesidad de actualizar modelos competenciales y de los nuevos comportamientos de éxito necesarios.
Pero no hay que infravalorar los posibles riesgos de los procesos de transformación. Son muchos y los hay en cada momento del camino hacia el cambio que se quiere acometer. Sin embargo, hay uno que es transversal, a lo largo de todas las etapas del recorrido: el hecho de olvidar o pasar por alto el aspecto humano de dicha transformación.
Podemos analizar las necesidades de digitalización, también la agilidad y eficiencia de nuestros procesos, el nivel de jerarquía u horizontalidad de estructura que necesitamos, la situación de nuestro mercado, el tipo de nuevas necesidades de nuestros clientes, etc., etc., etc…Pero no podemos olvidar nunca que nuestra organización es un sistema vivo, formado por fuerzas vivas, que son las personas que forman nuestra empresa y las relaciones que surgen entre ellas. Todo ello deriva en la cultura y clima organizacionales, que tanto influyen en conseguir ser una organización de alto rendimiento o, por el contrario, la candidata a desaparecer en breve del mercado, sobrepasada por el tsunami de la nueva realidad. Hay muchos autores que ya han relacionado la teoría organizacional con las teorías de la complejidad y el caos, haciendo paralelismos con el mundo natural y físico. Sin embargo, no hay que ser ningún “Einstein” para darse cuenta de que, si una empresa está formada por personas, la misma no es otra cosa más que el espejo de la actuación de éstas.
¿QUÉ HACER ENTONCES PARA ASEGURAR EL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN? ¿CÓMO CONSEGUIR QUE TODAS LAS PERSONAS QUE DAN VIDA A NUESTRA ORGANIZACIÓN ASIMILEN Y EMPUJEN ESA TRANSFORMACIÓN TAN NECESARIA?
Primero hay que partir de una base clara: hay muchas diferencias individuales en cómo hacer frente y asumir los cambios, tantas como personas y circunstancias existen. Si queremos transformar, no podemos pretender que, por el mero hecho de comunicar que hay que cambiar, todo el mundo comience a hacerlo. Más bien será al contrario, en las etapas iniciales se darán todo tipo de reticencias, pues aún no se verán los posibles beneficios que aparecerán en el futuro.
La gestión del cambio se convierte en paso principal. Pero, ¿cómo llevarla a cabo?. Evidentemente, los planes de comunicación con la explicación de las razones, motivos, posibles ventajas, etc, se hacen necesarios. Pero el ser humano tiene otra capa que va más allá de los argumentos, del mero raciocinio. Y son las EMOCIONES y SENTIMIENTOS (sí, con mayúsculas, porque es lo que nos hace únicos, ya que sentir, hoy por hoy, es de lo poco que las máquinas no pueden hacer por nosotros). Y he ahí la clave para el proceso de transformación y su éxito: que todas las personas que forman la empresa lo asuman y sientan como necesario, y que participen en el desarrollo del cambio. Hay que tener en cuenta dichas emociones y sentimientos: posibles miedos, inseguridades, esperanzas, ilusión…Y hay que gestionarlas, tanto las negativas como las positivas, pues el exceso de expectativas también puede desembocar en otras como frustración, tristeza, desidia…, en caso de que los ritmos se puedan ver frenados a veces.
Por ello, algunos valores, como la honestidad o la integridad se vuelven importantes y necesarios. En un proceso de transformación hay que comunicar con absoluta sinceridad todo, siendo honestos con los implicados en el mismo y atendiendo a todos los aspectos sobre cómo les va a afectar. Esto no significa que se eviten los conflictos o que se peque de positivismo en el cambio, sino que todo se debe gestionar con transparencia y un alto sentido de la ética hacia los otros.
Hay que conseguir seguir un mismo rumbo siempre y ser confiables en el proceso de transformación. Eso hará que las personas lo sigan.
Otro recurso a tener en cuenta y usar es la empatía. Se habla mucho de ella, siempre se menciona, pero pocas veces se aplica. Ser capaz de saber cómo va a reaccionar el otro y por qué, así como de ponernos en sus zapatos para tratar de entenderle, es otra de las características que nos hacen humanos (de hecho, la única, pues es el único aspecto que nos diferencia de nuestros primos hermanos, los primates). Utilicémosla para todo en la vida, pero, especialmente si queremos que los demás queden convencidos de la necesidad de la transformación. Analicemos cómo impacta el cambio en personas y en colectivos, cómo les va a hacer sentir, y gestionemos, así mejor, cómo acometerlo y plantearlo. Actuar con empatía es un valor al alza en tiempos duros, que nos hace ser mejores personas siempre (y también mejor Organización).
Seguimos con otro aspecto de los humanos, aunque éste no es exclusivo nuestro…somos seres sociales. Eso implica que sabemos hacer las cosas mejor si vamos en grupo (comunidades, tribus, pueblos…y también empresas). Eso conlleva colaboración, otro valor a tener en cuenta en los procesos de cambio. Los mayores éxitos se logran cuando se produce la magia de la colaboración: tú-conmigo, yo-contigo, ellos-con nosotros, vosotros-con ellos, y así con todos los pronombres. Lo mejor de la humanidad y los grandes cambios se logran cuando más gente se pone en marcha a la vez con ellos. Colaborar y ayudar es un valor que debe formar parte de una organización empresarial, de su ADN, de su cultura. Sólo actuando como un gran y global equipo se lograrán los grandes cambios. Para ello, hay que saber transmitir solidaridad con otros y esperar que lo sean con nosotros.
Por lo tanto, si queremos que nuestra empresa logre y alcance su transformación, lo primero que hay que contemplar es que está formada por personas y que, aun habiendo definido grandes y detallados planes de actuación y cambio, hay que tener en cuenta, siempre, cómo estos impactan en esas personas.
¿Queremos pasar de oruga a mariposa como empresa?. Empecemos, entonces por el respeto, la honestidad, la integridad, la empatía, la solidaridad, ayuda, colaboración…no sólo con las personas que trabajan en nuestra Organización, sino con todo nuestro ecosistema: los clientes, los proveedores, las instituciones con las que nos relacionamos como ente, la sociedad…Y, si esto se hace así, a gran escala, no cambiarán sólo las empresas, también el mundo. ¿Debéis acometer proyectos de transformación?, ¿Queréis empezar a tejer la envoltura necesaria para llegar a ser mariposa?. Pues empecemos por los valores, poniendo así una base sólida para que la envoltura aguante hasta que la mariposa vuele sola.
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