¿Cómo encontrar la felicidad?. Esta es una pregunta que nos mantiene ocupados desde la antigüedad. Como especie que tiene autoconciencia y emociones, esto nos lleva a plantearnos cuestiones metafísicas, así como a realizar valoraciones de nuestra propia vida y circunstancias. En Steps for Talent no tenemos la fórmula mágica para aplicarla y conseguirlo, de hecho es algo que entrenamos y trabajamos intencionada y activamente cada día. No obstante, sí que consideramos algunas pautas como útiles para facilitar ese camino y voy a tratar de compartirlas con vosotros en este post, esperando que os sean de ayuda para reflexionar en estas inminentes vacaciones de verano y poder emprender, a la vuelta, aprovechando el empujón del ánimo renovado en las mismas, la dirección adecuada para tratar de alcanzarlo.
Mi primera reflexión, en este sentido, pasa por haberme preguntado siempre, las razones por las que, personas que no tienen problemas que se podrían considerar graves, o que, incluso, tienen recursos que les facilitan en gran medida una vida cómoda, viven obsesionados o “ennegrecidos” con cualquier pequeño problema que les surge. También me he preguntado el por qué otros son verdaderos expertos en crearse “grandes problemas” allí donde las cosas son simples y sencillas.
En el lado contrario, he conocido gente con una gran capacidad de automotivación, que, incluso, ante lo que la gran mayoría podríamos considerar circunstancias muy adversas, muestran alegría y un buen nivel de satisfacción con su propia vida.
Para mí, como psicóloga, esto siempre ha sido fascinante, porque pone en el propio individuo el eje y los puntos centrales de gestión de todo aquello que le va aconteciendo. Es decir, (y aquí llega la primera reflexión de este post), el hecho de que seamos más o menos felices depende de la interpretación que cada uno haga de sus circunstancias, así como de que tenga presente qué aspectos están en sus manos y dependen, exclusivamente de él/ella, para cambiarlas o mejorarlas.
Esto nos lleva a concluir que cuantas más atribuciones externas hagamos (es decir, pensar que todo está causado por aspectos que no se centran en mí y sobre los que no tengo control), mayor probabilidad de insatisfacción tendremos. Al revés, cuantas más atribuciones internas hagamos, (es decir, pensar que tenemos parte de responsabilidad y control en la generación y gestión de esas circunstancias), mayor probabilidad tendremos de aumentar nuestro grado de felicidad ante las mismas, o al menos, de disminuir nuestro grado de insatisfacción.
Con esto no pretendo dar una versión ingenua y naif de estar “happy” ante cualquier situación, ya que las emociones negativas como tristeza, ira, miedo, etc., también resultan necesarias para sobrevivir. Sin embargo, lo que no podemos permitirnos es no tener un correcto equilibrio con ellas y dejar que se constituyan en frenos o agentes paralizadores en la búsqueda de nuestra propia mejora y/o felicidad.
¿CÓMO ELABORAR, ENTONCES, NUESTRO PROPIO PLAN DE FELICIDAD?.
Aquí vienen las pautas que os prometíamos al inicio:
- Haz un Autoanálisis: si queremos aumentar nuestra felicidad, primero es importante establecer dónde estaría la misma. Voltaire, como buen filósofo que fue, ya comentó que “buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una”. En este marco, resulta primordial que elabores un listado de qué cosas quieres cambiar/mejorar/potenciar en tu vida y que analices en qué grado tienes conseguida cada una de ellas. Igualmente, es importante que hagas, junto a cada una de las mismas, otra lista con cuáles son los frenos que te están impidiendo no conseguir el nivel deseado. Aquí conviene ser muy honesto con uno mismo y hacer una correcta exploración individual de qué nos define, qué queremos mejorar y qué miedos, pensamientos negativos, inseguridades, distorsiones cognitivas o creencias limitantes están afectándonos en ese plano.
- Establece tus objetivos: debes establecer una hoja de ruta en la que detalles qué quieres conseguir, de forma específica y medible, así como qué plan de acción vas a poner en marcha para ello. En ese plan de acción, baja a nivel de qué tareas vas a ejecutar, en qué plazos y con qué recursos lo vas a ir acometiendo. Como habrás identificado, en el paso anterior, tus posibles frenos, piensa también, en base a ellos, en los posibles obstáculos que te van a surgir y cómo los vas a ir solventando cuando aparezcan.
- Ponte en marcha y actúa: también he conocido a mucha gente que tiene muy bien analizado lo anterior, pero que, a pesar de saberlo, va por su vida como público expectante y no como actor protagonista de ésta. El “archienemigo miedo” hace que nos paralicemos ante posibles saltos, y eso genera una insatisfacción continua, que en caso de que quieras encontrar tu felicidad, tampoco te puedes permitir. Nadie ha dicho hasta ahora que esto sea fácil, ya que cambiar siempre conlleva un grado de riesgo a asumir. Lo que está claro es que, si una persona no se aventura a ir más allá de su entorno conocido, nunca podrá disfrutar de otras opciones. Y…en el peor de los casos, para aquellos más pesimistas, que estéis pensando que hay circunstancias que no se pueden cambiar porque no dependen de ti, os remito a la letra de una canción de Beret, que estoy oyendo últimamente todos los días en la radio del coche y que, siempre me hace sonreír: “Cuando ya no sepas dónde ir/solo vete donde dé más miedo/las cosas que no puedes cambiar/son las mismas que acaban cambiándote luego”.
Creo que esto está muy relacionado con cómo interpretar lo que te pueda estar pasando, estudiar qué aspectos positivos puedes sacar y cómo aprovechar eso para lograr tu propia transformación, salir de ese “posible agujero negro” e incorporar a tu propia mochila los recursos nuevos desarrollados.
Este sería el esquema principal, pero a esta receta hay que añadirle ingredientes importantísimos, tales como autocontrol, autoconfianza, inteligencia emocional, resiliencia, tolerancia a la frustración, espíritu de lucha, optimismo, innovación, pensamientos positivos, honestidad (con uno mismo y con los demás), transparencia, amabilidad, generosidad y empatía. Cómo aplicar cada uno, sería un tema en sí mismo para otros posts.
Para finalizar, me gustaría terminar este con una reflexión que siempre me ha parecido muy útil. Pertenece al actual Dalai Lama, Tenzin Gyatso: “Sólo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada: uno se llama ayer y el otro se llama mañana. Hoy es el día correcto para amar, creer, hacer y, sobre todo, vivir”. Ahí os lo dejo, como reflexión para, cuando en estas vacaciones, estéis donde estéis, tengáis un rato de tranquilidad con vosotros mismos… Que tengáis un FELIZ verano!!!
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