Llevaba algunos días pensando en escribir un post relacionado con el estado del empleo femenino, con esto del día de la mujer, las desigualdades existentes, los planes de igualdad en las empresas…Son tantos los puntos a mejorar aún, que me resultaba difícil cuáles tratar, hasta que una compañera me dijo: “No entiendo por qué no encuentras la inspiración, siendo tú mujer emprendedora y madre, habiendo tenido la valentía de crear un proyecto propio empresarial, luchar por ello y no desfallecer porque sabes que eso es lo que quieres hacer, poniendo en marcha un tercer y cuarto brazo para poder con todo en tu día a día”.
Y entonces, me llegó la inspiración…A través de las palabras de mi compañera (gracias, Tere) y a través de la imagen de muchísimas compañeras, amigas, clientes, conocidas…Todas sus imágenes iban y venían en mi cerebro y…a todas las veía con tres, cuatro o muchos más brazos, cual esas figuras de dioses asiáticos o, si me apuras, quizá con menos glamour, más parecidas a un malabarista, no muy bueno, agobiado por tener todas las bolas en el aire y que ninguna se caiga. Así que ahora que está tan de moda esto del storytelling, voy a aprovechar este espacio para hablar de mi realidad y de la historia de muchas mujeres que me rodean.
Pienso en las mujeres que me han precedido, mi madre, sus amigas, familiares de una generación anterior a la mía… ¿Qué veo en sus historias?. Una vida entera, algunas ocupándose sólo de la familia y su cuidado (trabajo inmenso sin agradecimiento alguno). Otras, como mi madre, trabajando en una época en la que nadie entendía que dejara “descuidada” a su familia/casa…y lo que no entendían es que mi madre ya trabajaba el doble (en eso fue una adelantada a su tiempo y desempeñaba ya un doble rol, tal y como hacemos la mayoría ahora). En cualquier caso, unas y otras, las abuelas, tienen una realidad actual que consiste en que o no tienen pensiones propias y viven con las de viudedad (en algunos casos mínimas) o, si las tienen propias, son inferiores a las de los abuelos, ya que ellos tenían trabajos con mejores condiciones y mayores cotizaciones.
Sigo con la realidad, ahora voy con mis coetáneas: soy cuarentona, no lo oculto, es una fase de la vida que tiene sus ventajas (ves las cosas con perspectiva y serenidad y, a la vez, sabes que aún tienes mucho por delante). Pues bien, aquí veo a mis amigas, mis clientes (mujeres), vecinas, madres del “cole”, mujeres que participan en los proyectos que desarrollamos en Steps for Talent… Todas, y cuando digo todas, es eso, el 100%, nos levantamos y acostamos con un sentimiento de culpa constante, de no llegar a todo lo que debemos, de intentar respirar en algún minuto, no te digo nada de intentar tener un momento para nosotras… ¿Nosotras?, ¿Quiénes son esas?, ¿Dónde estamos?. No podemos ni mirarnos.
Tratamos de llegar a mil cosas en el trabajo, cada una en lo suyo, y a la vez tenemos la cabeza llena de cosas como qué hace falta comprar en casa, qué va a haber para cenar esta noche, a qué hora salen los niños de las extraescolares, cuándo es la cita de su dentista o qué exámenes van a tener pasado mañana. Igual, no os cuento nada, si los niños se han levantado con unas décimas de fiebre y nos viene ya un virus familiar, que aunque no sea el famoso coronavirus, ya sabemos que nos va a suponer un sobreesfuerzo, sobre el sobreesfuerzo ya realizado de continuo…Y entonces rezas, para que todo se quede en unas gotas de dalsy o apiretal y que así el pobre niño pueda ir a la guardería o al cole, ya que tú tienes, justo ese día (y digo ese día porque siempre coincide) la reunión clave para no sé qué tema, o el viaje de turno, o simplemente es que a nadie a tu alrededor en el trabajo le importa nada que alguien de tu familia esté enfermo. El otro día vi la imagen con la que acompañamos este post, que me hizo sonreír mucho y que hoy me resulta muy válida para explicar el concepto anterior, ya que su mensaje dice: “Yo soy mujer… y tú, ¿qué superpoder es el que tienes?”.
Y esto es independiente del nivel de formación, categoría laboral, puesto o tipo de trabajo que se tenga. En cambio, es común a un punto: el género femenino. Y hasta ahí la realidad de mi generación, que describe un desgaste diario, poco agradecido por la sociedad en la que vivimos y que, parece que, en teoría, debemos asumir como que “es lo que hay”.
Pero el tema no se queda en el desgaste de cada una de nosotras, sino que nos pasa factura en ámbitos de la vida profesional. Me vienen a la cabeza frases que he escuchado de muchas mujeres en mi entorno, tales como: “no quiero que me tengan en cuenta para ninguna promoción, porque no voy a poder con todo, tengo que atender algo a mis hijos”, “me han dicho que he tenido muy buen año y que soy un pilar fuerte en la empresa, pero que no me van a subir el sueldo porque tengo reducción de jornada dos tardes a la semana”, “no quiero ser responsable de eso porque me va a implicar tener que ser muy autoritaria, como el resto de hombres que están ahí y no tengo ese carácter para liderar”, “en el fondo, no quiero que me escojan para ese puesto, me va a obligar a tener que elegir entre vida personal y profesional”. Os aseguro que estas frases no se las he oído, jamás, a ningún amigo o compañero. Fallan muchos puntos, por tanto, para alcanzar una verdadera igualdad.
Pero sigo dirigiendo mi mirada, ahora a mis hijos y su generación. Tengo chico y chica. Veo que en sus centros educativos se les intenta formar en igualdad, que a las chicas se les trata de inculcar que pueden hacer de todo, que el futuro es suyo, sea lo que sea aquello a los que se quieran dedicar. Esto es positivo, claro…sólo faltaba.
Pero mi hija también tiene frases: “Mamá en el patio unos niños nos han dicho hoy que las chicas aunque jueguen al futbol o al baloncesto, no son tan buenas como los chicos”. Yo trato de desmentir el prejuicio, pero mi hija en la cena, con la TV delante me vuelve a decir: “¿Por qué si todos lo hacemos igual de bien, entonces en la tele sólo hablan del fútbol o baloncesto de los chicos?. Sigo intentando explicar…pero la sociedad me lo pone difícil.
Espero, con todas mis fuerzas que, en el futuro, decida ser lo que decida ser, la sociedad haya avanzado y se lo ponga más fácil que a las que le hayan precedido. Pero para que eso ocurra, es necesario que se actúe ya. Que se produzcan los cambios legales y sociales oportunos. Que se fomente la corresponsabilidad en el hogar y en el cuidado de las familias, que las medidas de conciliación se hayan hecho cotidianas y que no sean extraordinarias, que sirvan para ambos géneros, masculino y femenino. Eso provocará que las bolas estén más repartidas en el aire, con más manos para cogerlas y para que no se caiga ninguna. En mi caso, tengo un buen compañero de viaje en este sentido, a quien desde aquí le agradezco su involucración en todo (además de su apoyo incondicional ante cualquiera de mis proyectos), pero el viaje hasta aquí no sólo ha dependido de nosotros dos, sino que ha ido influyendo la sociedad en la que vivimos y las empresas en las que hemos ido trabajando.
Todos somos responsables de hacer una sociedad más justa y hay puntos que afectan más a las mujeres y que no deben tener cabida en las empresas: brecha salarial, empleos menos cualificados, peores condiciones laborales, contratos parciales y temporales, dificultad para alcanzar puestos directivos, mayor nivel de formación en el género femenino que no se traduce en puestos de mayor envergadura, medidas de conciliación que, si existen, son utilizadas en su mayoría por mujeres…Todos son aspectos a tratar. Las empresas tienen la oportunidad y el deber de contribuir a mejorar la sociedad. Se deben poner en marcha planes y medidas de conciliación que sirvan para paliar la realidad actual, pero que contemplen también el futuro.
Mientras tanto, las mujeres seguiremos contribuyendo a mantener y desarrollar nuestra sociedad, esa que, por ahora, no nos devuelve el agradecimiento que todas, a lo largo de la historia, nos hemos ido mereciendo.
En cualquier caso, si quieres ser directiva, apuesta por ello. Si quieres emprender, emprende. Si quieres ser una “superexperta” en algo, lánzate. Apuesta por todo lo que quieras…lo vas a lograr porque eres mujer… y ese es tu superpoder.
Lo dicho, sacando del escondite a todas…¡¡ Por mí y por todas mis compañeras!!.
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